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Universidad Nacional: un factor más en la ecuación de la barbarie.

  • Foto del escritor: Oscar Rivas
    Oscar Rivas
  • 25 jun 2021
  • 4 Min. de lectura


Desde el préstamo con el Banco Mundial la Universidad Nacional ha pasado por un recambio profundo en todos los ámbitos que constituyen la educación, desde lo administrativo hasta pasar por ejes curriculares y cursos. Este recambio se ha visto profundizado con la implementación del PMI, el cual es el plan a ejecutar para poner en marcha la “nueva” universidad, una universidad adaptada a las necesidades de un capitalismo en creciente agotamiento y por lo tanto, en función de los intereses de la inversión extranjera directa y de todo lo que ha implicado esta para el país: deuda, perdida del mercado interno, cargas tributarias sobre la clase trabajadora y los pequeños y medianos productores y comerciantes, instituciones estatales quebradas, presupuesto público en necesidades empresariales y no de la sociedad en general, en términos concretos: desempleo, pobreza y hambre.


Ninguna rectoría ha querido tocar este tema, que ha llevado a la lucha constante por el presupuesto universitario (el cual ya de por sí es insuficiente) y es que el modelo país impulsado por la troika (BM, FMI y OCDE) dicta que la educación superior tiene que apostar por el autofinanciamiento (vender servicios) y así, utilizar el presupuesto dirigido a las universidades en función de obra pública para el gran capital y en general, en todo aquello que asegure la inversión. Desde Sandra León hasta la actual rectoría se han apegado a esto, no solo en las demandas económicas de la burguesía, sino también, y esto puede que sea más peligroso, en el currículo de formación de las diferentes áreas, cambiando contenidos, profundizando la tecnificación y llamando a “formar” lo que llaman “capital humano” en las “nuevas necesidades sociales”, lo cual se resume en una simple pero criminal práctica: seguir con la acumulación de ganancia.


El país, luego de la aprobación del TLC y el ingreso de la Troika ya no solo en lo económico, sino ahora siendo gobierno y comportándose como tal, Costa Rica se ha adentrado de lleno en lo que llaman “globalización” que no es más que la dinámica objetiva del capital de la sobreacumulación, misma lógica que ha llevado a la necesidad en el mundo entero de políticas que rompan con los restos de derechos de la clase trabajadora y ponga a los estados y sus financiamientos, ya no en presupuestos para acceso a la educación o la salud, sino, en ser una plataforma de facilidades para que los grandes capitales sigan con la realización de la ganancia. Este mismo modelo país, es el modelo que tiene que endeudar al estado, porque el círculo vicioso no termina solo en dar facilidades al capital, se da también en la endeudamiento externo e interno para poder llevar a fondo todos los planes y además, solventar la crisis de poder adquisitivo por el rompimiento del mercado interno y la venida en picada de la economía local. Y por si esto fuese poco, existen las figuras de zona franca y un sin fin de figuras “legales” más, para que la gran burguesía nacional e internacional no pague impuestos o evada. Todo esto, se le olvida las rectorías de la diferentes universidades y en el caso de la UNA solo se habla de la política de “socar la faja” o en bonitos términos, “ser bienportados y responsables” con la situación que pasa el país.


Montados en este discurso, la educación superior y sus paladines rectores, se ponen en la línea de la barbarización creciente a la que el sistema capitalista condena a la humanidad. Con la máscara de “bienportados” lo que realmente muestran es el adaptacionismo a las políticas que no tocan los verdaderos culpables de lo que llaman “crisis fiscal” e imponen la llamada “regla fiscal” dentro de la universidad, políticas que siempre las tiene que cargar la clase trabajadora, en el caso específico de la universidad: las y los interinos (que ya de por sí tienen condiciones de trabajo paupérrimas). Y ahora, con el agravamiento que la intromisión de las políticas de la Troika han llegado a la base de las investigaciones de los académicos y los ejes curriculares que estos manejan, hiperespecializando las ramas del saber lo cual no es otra cosa que la perdida del carácter científico de las mismas y aparte de esto, recortando en derechos e incentivos para que los propios trabajadores universitarios sigan generando investigación a favor de la sociedad.


Las rectorías se comportan, con un discurso “light”, como las fracciones burguesas en la asamblea legislativa, totalmente apegadas a un modelo país y una economía mundial que solamente tiene un objetivo, seguir reproduciendo capital aunque la mayoría de la humanidad ni siquiera tenga lo básico para sobrevivir, esto quedo más que demostrado en esta pandemia donde el mundo entero se debatió y se debate entre morir por el virus o morir de hambre. La única forma de que la educación superior no sea un educación para la barbarie es desmarcarse de esto y ser, por el contrario, una plataforma de lucha por un modelo país alternativo y otro programa.


Un programa de lucha que pasa por las exigencias de:


- Moratoria de las deudas.

- Impuestos al gran capital.

- Multa para las grandes empresas que desfalcaron al estado (como H Solis o Meco).

- Impulso al mercado interno (fondos estatales para pequeños y medianos negocios, no para el gran capital).


Y dentro de la universidad:

- Romper con las políticas del Troika.

- Cero interinazgo.

- Profundización y no recorte de los derechos.

- Ejes curriculares e investigación a favor de la sociedad y no del capital.

- Decisiones tomadas desde abajo y que la rectoría responda a las mismas. Democratización de la universidad.


¡Universidad para otra sociedad!

¡Educación para la clase trabajadora y no para el capital!


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