top of page

Recuperemos la memoria histórica

  • edicionnsr
  • 2 oct 2020
  • 5 Min. de lectura

Se nos dice constantemente que no existe lucha social en nuestro país, que las luchas que defendemos representan únicamente a un sector público antagónico al empleado privado, que se tratan de luchas nuevas y que nuestro espíritu nacional pacifico nunca ha tenido que luchar por nada porque en sus pasados idílicos nuestro país siempre ha resuelto sus problemas de forma pacífica.

Parecieran ignorar adrede, camuflado entre el cinismo burgués, que los primeros cien años de nuestro país se definieron por una serie constante de dictaduras militares discutiendo la conquista del poder entre un sin fin de golpes de estado. Seguido luego, durante el siglo XX por la dictadura de los hermanos Tinoco, junto a la guerra civil del 48 que llevó a nuestro país a la constitución vigente y produjo muchos de los gérmenes de los partidos burgueses que se reparten el poder cada cuatro años. Se rasgan las vestiduras de que en nuestro país nunca es posible hacer nada y que todos los partidos son iguales ante la desilusión del gobierno del PAC, “olvidando” oportunamente que este surgió del mismo partido ganador de la guerra civil, que no se pueden esperar peras del olmo.

La intelectualidad de la Segunda República se encargó de reescribir la historia propia. Se dedicaron a repensar nuestra historia, a imaginar un Costa Rica en donde nunca hubo esclavitud, una Costa Rica blanca con un fuerte espíritu europeo destinada a gobernar, se dedicaron a pensar una Costa Rica idealizada en donde nunca se luchó por las conquistas sociales y que enamorada de una demoperfectocracia lograba siempre imponer las medidas más justas como voluntad de la libre elección del pueblo; en donde de la buena voluntad de los gobiernos surgió un sistema educativo público que gustan imaginar se ha mantenido igual desde entonces.

Al mirar atrás en nuestra historia logramos ahuyentar muchos de estos mitos. Durante los inicios del siglo XX, nuestras letras se encuentran permeadas de un fuerte espíritu Anti-Imperialista; nuestros primeros autores veían en los cambios de los gobiernos liberales gérmenes que podrían llevar a nuestro país a cambios irreconciliables y que enajenaron a nuestros antepasados de la tenencia colectiva de tierra, del mismo modo que obligaría a la soberanía aún joven a doblarse ante poderes extranjeros. En las obras de Jenaro Cardona o Gagini observamos el miedo a la imposición de las políticas norteamericanas en nuestro país, así como el ideario de establecer “nuestra América”, nuestra capacidad de regirnos por nosotros mismos y poder crear una identidad nacional propia desligada de los poderes imperialistas y la importancia de nuestro nuevo destino histórico que la independencia debería de sembrar en nuestros haceres.

Años más tarde, grupos de intelectuales anarquistas y socialistas se reúnen en torno en lo que en su momento fue la revista más importante de Centroamérica, Repertorio Americano. Es producto de sus obras tanto el surgimiento de escuelas populares como el grupo Germinal, en honor a la novela de Zola: así como la destitución de la Dictadura de los Tinoco, que recordemos tomó el poder al verse amenazada por un impuesto a la propiedad y tras la creación de una banca nacional como nos recuerda Oconitrillo en su obra Los Tinoco, producto entre otros por los esfuerzos de las huelgas de educadores de nuestro país. Nuestros líderes obreros se encontraban informados tanto de la realidad nacional como de la internacional, enterados de las ideas de Martí y participes en la guerra civil mexicana. Entendían su lucha como un esfuerzo internacional, así como la importancia de la propaganda y la exposición de ideas por medio de revistas y periódicos obreros, la inclusión de las artes, el teatro y la novela como elementos necesarios para la difusión de ideas, de educar a los obreros y crear una vanguardia política con la cual liderar las luchas.

Tras la disolución de estos grupos, vemos el surgimiento de tanto el Bloque Obrero Campesino, más tarde convertido en el Partido Comunista y posteriormente Vanguardia Popular, como del partido Socialista de Costa Rica. Jugadores clave de las luchas populares más importantes de nuestro país como la gran huelga bananera de 1934, los grupos de oposición al gobierno del simpatizante fascista León Cortés, la creación de un código de trabajo y la Caja Costarricense del Seguro Social, que tan amenazada se muestra ante nosotros tantos años luego.

Por medio del periódico Trabajo nuestra vanguardia política se encargaba de educar a los trabajadores. Sus obras denunciaban la historia invisibilizada de nuestro país, la realidad que; al igual que hoy, esconden los medios de comunicación burgueses. No solamente se dedicaron al estudio sistémico de la realidad, sino que se valían de la literatura y de la poesía para acercarse de buena manera al público costarricense. Las obras de nuestras escritoras (Carvajal, Oreamuno) señalaban la angustia detrás de las mujeres invisibilizadas por los discursos oficiales; así como la necesidad del compromiso político para la transformación de la realidad emparentado con la llegada a madurez de la protagonista de A ras del suelo, la vida en los barrios obreros que lentamente se formaban en torno a la capital retratada vivamente en la obra de Dobles; las condiciones de vida de los trabajadores que se lanzaban a huelga inmortalizadas así como la forma en que se satanizaban nuestra capacidad de decisión y organización presentándola como berrinche, como esos personajes tan vigentes de Fallas.

Nuestras luchas por supuesto no terminan luego de los cuarenta, bien las hemos sabido llevar a cabo enfrentándonos al desmantelamiento del estado social de derecho, la defensa de las instituciones públicas y los cambios provocados por ese nefasto Tratado de Libre Comercio que nos ha traído tanta hambre y desempleo.

Obrer@ costarricense, eres heredero de esta tradición; una historia común nos une a los grandes movimientos de nuestro país. Debemos de volver la mirada atrás y aprender de ellos. Retomar la importancia de la discusión y de universalizar la lucha con los demás sectores proletarios, debemos de retomar la publicación de revistas, debemos de llamar a la lucha organizada contra el imperialismo y contra quienes por medio de su democracia representativa buscan violar nuestro derecho de decisión con los viejos cuentos de pretender ser nuestra voz. Debemos de releer la historia obrera de nuestro país, realizar un balance de nuestras últimas huelgas para organizarnos mejor a la conquista del poder que vendrá después; perdamos el miedo a leer y escribir, perdamos el miedo a informarle a nuestros compañeros y compañeras por qué luchamos y por qué debemos de sumarnos a las filas del movimiento obrero costarricense, que la solución a los problemas que se cierran sobre nosotros no vendrán del cinismo de quienes nos gobiernan, muy cómodos recibiendo préstamos mientras los mismos de siempre siguen sin pagar lo que nos deben. Miremos hacia atrás y recojamos los frutos de la praxis; que nuestra historia, al igual que la del resto de los pueblos es la historia de la lucha de clases.

Yorumlar


cubito
  • Negro del icono de Instagram

©2020 by nsr-cr

bottom of page