Vacuna (Sobrevivencia – Libertad. Libertad = Sobrevivencia.)
- Núcleo Socialista Revolucionario CR
- 26 oct 2021
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VACUNA
Sobrevivencia – Libertad. Libertad = Sobrevivencia. 2021-10-16
Colaboración de Carles Antich
¿Qué significa este título para este documento?
Significa, sencillamente, que ambos términos, ambas palabras, ambos conceptos, no son antitéticos.
No se puede hablar de Libertad como antítesis de Sobrevivencia. Es más, ambas son interdependientes.
¿Por qué esta discusión?
Pues, y no nos asombremos, estamos en pandemia y, si bien Libertad suena muchísimo más que Sobrevivencia, los que nos consideramos responsables, serios, juiciosos, luchadores contra la desaparición de la especie humana - podemos y debemos agregar contra la desaparición de la totalidad de los seres biológicos – defendemos tanto la Libertad como la Sobrevivencia.
Observemos que, al afirmar lo anterior, estamos diciendo que aquellos que en nombre de la Libertad (y que no piensan en la Sobrevivencia), no son responsables, no son serios, son espectadores del espectáculo que lleva a la desaparición de las distintas formas de vida que existen en el planeta.
Somos, en realidad, acusadores.
Porque, como somos socialistas, venimos luchando por la Libertad desde muchísimo antes de la pandemia y, desde siempre, estamos a favor de la Sobrevivencia de todas las especies; la propia y las restantes.
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Debemos comenzar por decir que todas las especies, sean bacterias, virus, hongos, vegetales, animales, absolutamente todas son celosísimas defensoras y partidarias de garantizar la Sobrevivencia de su especie. Pero, debemos recordar, por añadidura, que el sistema es una totalidad definida por las relaciones de todas las partes que lo constituyen. No hay- no puede haber – sistema si alguna de sus partes desaparece. Para ser más claro: de ocurrir un cambio de ese tipo, el sistema pasa, inevitablemente, a ser otro sistema. Otras serán, en consecuencia, las resultantes de ese cambio.
Recordemos que todas las partes de un sistema, en mayor o en menor grado, con mayor o menor velocidad, están en constante cambio. Pero eso significa que el sistema, también, está en constante cambio. Pero, para que siga siendo ese sistema (debemos entender: que se mantenga en una situación de estabilidad y/o metaestabilidad) las reglas internas que establecen las condiciones de Sobrevivencia del sistema, deben sufrir – en el mejor de los casos – variaciones de tal suerte que no ponen en entredicho lo preexistente. Tengamos en cuenta, también, que un cambio de sistema, como consecuencia de un cambio en alguno de sus componentes, puede tener efectos catastróficos.
¿Significa eso que se debe ser conservador? En ese aspecto, SÍ. Sencillamente, porque formamos parte de dicho sistema.
¿Quiere decir ello que debemos renunciar a la Libertad? De ninguna manera.
Los seres humanos somos producto de la Naturaleza, que, en las múltiples formas en que se presenta, es Materia. Y esta, tiene sus reglas. Y solamente si somos dioses o nos transformamos en tales, podemos variar sus leyes internas.
¿Será ello posible?
Para responder esta pregunta que es muy simple y que requiere que tal respuesta deba ser, también, muy simple, nos permitiremos hacer algunas reflexiones.
La primera reflexión arranca con otra pregunta. Los seres humanos, ¿somos libres?
Quienes opinan que sí lo somos, parten de la idea de que somos una especie totalmente definida. En el doble sentido que corresponde a la humanidad: biológica y cultural. Por lo tanto, esa definición cierra el paso a quienes opinamos que la especie humana está en plena autoconstrucción. Es más, afirmamos que, si estuviéramos ya definitivamente conformados, no hay futuro. Sencillamente, porque el futuro es el resultado del cambio permanente; el tiempo no es otra cosa que el transcurrir de ese permanente cambio.
Otra vez, aparece, de entre las tinieblas, la idea de que somos dioses que todo lo podemos. Tanto es así, que le ordenamos, a la materia, que su comportamiento será nuestra voluntad.
Y afirmar eso, no es serio. Por lo tanto, no es propio de seres responsables. Por lo tanto (y valgan las redundancias) no nos interesa el planeta y todo lo que a él concierne y, entonces, no nos interesa el resto de los que nos acompañan en nuestra existencia.
Podemos llegar a la conclusión de que son irrespetuosos, faltos de seriedad, carentes de solidaridad con todo lo otro existente. Podemos afirmar, en consecuencia, que son SUICIDAS.
Es decir, la Sobrevivencia de la especie les importa un rábano, como dicen los españoles. También les importan un rábano todas las otras especies. Lo mismo podemos decir del planeta y todo lo que en él existe.
Esta conducta altamente egoísta los lleva a definir que la LIBERTAD se asienta en el egoísmo.
Hay un antecedente que dio origen a una de las cosas más espeluznante de la historia humana. Fue hace unos 100 años. La llamada fase imperialista del capitalismo estaba en sus primeros tiempos. Paralelamente, las luchas de los obreros, de los pequeños campesinos, de algunos intelectuales europeos perseguía lo que podemos llamar un mundo más justo; en todos los continentes. La burguesía de entonces también tenía un proyecto: definir el mundo por venir. En esa tarea encaraba dos frentes; 1. Lucha Inter burguesa: resolver quien debía ser hegemónico y dominante en esa nueva fase; 2. Obligar a los pobres del mundo a soportar estoicamente lo que habría de ocurrir en relación a sus condiciones de existencia. Para ello, la burguesía mundial (con preeminencia de la europea) llegó a la conclusión de que era necesaria una guerra mundial para establecer el nuevo orden. Fue así, que se dio la Primera Guerra Mundial (PGM).
Esa novísima situación, fue consecuencia de una enorme redefinición política en todas las clases sociales. A su vez, reafirmó esa redefinición. La clase obrera, agrupada en la socialdemocracia de la Segunda Internacional – dominada por la alemana - se sumó a la aventura guerrerista; la clase media, también; la burguesía, ni se diga. En ese período, sin embargo, una minoría - el sector bolchevique que rompió con la socialdemocracia – fue capaz de llevar adelante la primera Revolución Obrera victoriosa, la Revolución Rusa (RR). Como consecuencia, hubo una nueva redefinición y la burguesía se dedicó a buscar la mejor forma de derrotar, físicamente, la posibilidad de que se expandiera esa revolución. Para ello se dedicó a masacrar a la clase obrera (asesinando a sus dirigentes y a los grupos políticos simpatizantes de la RR; paralelamente, azuzó a la clase media que estaba engañada que, con esas medidas, se garantizaba su ascenso social que no era otra cosa que aspirar a pegar el salto a burguesía. Fue así que aparecieron Hitler, Mussolini, Franco, Chiang Kai-shek, entre otros. Para esa época, 1918-1919, la población mundial era de aproximadamente 1 800 millones de habitantes. Para entonces de desencadenó, como pandemia, la mal llamada “gripe española” (digo mal llamada porque quien la propagó fue EEUU a través de sus fuerzas armadas). Se infectaron 600 millones y murieron 50 millones. No se sabía quien era el agente causal; se discutía si era una bacteria o un virus; el sistema sanitario era muy deficiente en todo sentido; se tenía muy poca experiencia en producción de vacunas; algunos intentos se hicieron, pero fracasaron. Cabe mencionar que recién en el año 2005, se pudo reconstruir el virus que dio lugar a esa pandemia: el H1N1. La reconstrucción se hizo en el Centro de Control de Enfermedades, (Centers for Disease Control, CDC, en inglés) de EEUU.
Hoy la situación es muy distinta.
Pasaron 100 años de desarrollo de la fase imperialista. Hubo, crisis, guerras y revoluciones, al decir de Lenin. En todo sentido, el capitalismo ha demostrado que es un sistema utópico, pernicioso para la construcción del Homo sapiens, para respetar a la naturaleza, para aprovechar sabiamente todos los recursos que ésta ofrece y para garantizar, a toda la especie humana, la satisfacción de todas sus necesidades. Fue construido por el ser humano y el ser humano deberá pasarla al baúl de la historia si quiere sobrevivir. La consigna, actualizada, que en su momento dijo Rosa Luxemburgo, es la más adecuada para este momento: Revolución Socialista o más Barbarie Capitalista. Es decir, estamos viviendo en la Barbarie Capitalista y si la burguesía sigue siendo la clase dominante, aumentará.
Mientras el Producto Interno Bruto mundial (PIBm) crece en forma exponencial, el desempleo, la falta de vivienda, el pobre o nulo alimento, la pobreza, la indigencia, el mal sistema de salud, el inútil sistema de educación, el desconocimiento de los derechos esenciales, la represión en aumento persiste, crece y no tiene visos de ser superada. ¿Y si hablamos de la relación con la naturaleza? Creo que no es necesario escribir sobre lo desastrosos que resultaron todos los proyectos impulsados por la burguesía mundial.
La burguesía se apropia del producto del trabajo humano y quiere más. Su perversión no tiene límites.
O, mejor dicho: su límite es la capacidad del movimiento de masas de obligarla a retroceder hasta que se le quite el poder. Es decir, el capitalismo está en creciente agotamiento. No superará ninguno de los problemas que nos acucian como especie. Hay que superarla.
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La presente pandemia tiene grandes diferencias con la de la “gripe española”. Desde que ocurrió esta podemos mencionar la de la poliomielitis (parálisis infantil) en los años 1955-1956 y la que comenzó allá por 1980, el SIDA, ocasionado por el VIH. La de 1955-1956, fue trágica, pero – rápidamente - dos geniales científicos, cada uno por su lado, encontraron la respuesta adecuada. Me refiero a Jonas Salk y Albert Sabin. Crearon la vacuna que hizo posible que, desde entonces, no haya reaparecido esa enfermedad. Distinto ha sido con el VIH. Lo único que, hasta ahora, se pudo lograr, fueron algunos medicamentos llamados retrovirales y que permiten salvar bastantes vidas.
Distinta, muy distinta es la situación que se da con la actual pandemia.
Desde el punto de vista científico, se avanzó; el sistema de salud mejoró muy poco porque la burguesía, para ganar capital privatizó mucho de su espacio; la organización de la sociedad promueve el hacinamiento; la organización de la producción lleva, ese hacinamiento, al colmo; el concepto de medicina se basa en la manifestación exterior de la enfermedad y en el uso exagerado y pernicioso de medicamentos y, por lo tanto, en el desarrollo de una gran generadora de capital, la industria farmacéutica que no para de aplicar, para sus productos, el concepto de obsolescencia.
Si vamos a la situación de la población, esta se encuentra cada vez peor. Si no se come bien, si no se duerme bien, si no se tiene una buena vivienda, si no se tiene un buen trabajo, si la paga es mínima, si escasea el empleo, es imposible estar bien de salud. Por lo tanto, lo posible es estar proclive a enfermarse.
Cuando estalló la pandemia, se estaba – en cierto sentido – mejor que en 1918. Pero la forma en que se atacó dicha pandemia contribuyó al desastre. Nunca se promovió que la población se organizara y llevara adelante – democráticamente - todas las medidas sanitarias necesarias; nunca se garantizó que toda la población satisficiera las necesidades fundamentales; todo tuvo carácter autoritario, no se informó, no se promovió el debate, no se estimuló la adecuada participación ciudadana para resolver los problemas sociales que se presentaron. En realidad, la burguesía corroboró que su accionar es decadente.
Ese accionar es la manifestación de su escasísima capacidad para encarar las urgencias. Estamos en el momento en que la burguesía no es progresiva para la especie, como tampoco lo es para la naturaleza. Un manto de tragedia, de ausencia de futuro vivaz, estimulante, es la norma. De la misma forma que no hay un estadista en todo el planeta; tal vez la excepción sea el papa Francisco.
Las diferentes clases sociales son semejantes. La burguesía, perdida, sin salida (para la humanidad, aclaro). La clase obrera y todos los trabajadore, desde hace rato sin programa de lucha coherente y sistemático y con direcciones sindicales aliadas -sirvientes - de la patronal; los partidos políticos llamados de izquierda, sindicaleros, economicistas, electoreros, burocratizados. Y la clase media perdidísima. Si 100 años atrás creía que podía ascender socialmente, aplastando a los trabajadores, hoy está convencida que no hay más allá; está tan o más asustada que la burguesía; pero su pusilánime modo de vida (estructural en ella) le dice que – casi – estamos en el apocalipsis. Su único objetivo es vivir el momento y, a eso, le llama LIBERTAD. Para colmo, en su enfermedad social que recibe el nombre de neo-fascismo, y estimulada por la burguesía, afirma que, con la vacuna, reaparecieron las brujas. En realidad, son el personaje que necesita la burguesía dominante, para estirar la agonía que se vive. Por eso son antivacunas, terraplanistas, buscadoras de situaciones que le alejen de lo que los aterra: perder su zona de confort – poco confortable, por cierto – definido por el egoísmo, contemplarse en el deformado espejo de sus vidas y creer que vive porque acompaña a quien manda. Por eso es suicida; para ella y para la humanidad. En la actual situación, tampoco ayuda en algo a la desorientada burguesía que lo único que busca es, a como sea, reproducir el capital. En la actividad que sea, menos en la producción porque, desde hace rato vivimos en una crisis de sobreproducción y creación de capital ocioso.
En esas condiciones, el futuro para la humanidad es nefasto.
Y entonces decir VACÚNENSE, es infantil. Porque no es para salvar el propio pellejo que no se salva sin la salvación de la humanidad. Que significa que, para ello, se debe superar el capitalismo y luchar por la verdadera democratización de la vida.
De no ser así, no habrá sobrevivencia.
De ser así, la SOBREVIVENCIA será un canto de LIBERTAD.
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