El despojo de la (geo)biodiversidad es el despojo del conocimiento: alienación
- Oscar Rivas
- 14 sept 2023
- 6 Min. de lectura
El despojo de la (geo)biodiversidad es el despojo del conocimiento: alienación
Óscar Rivas
Agricultor orgánico
NSR-CR
La mirada humanista sigue centrada en el antropocentrismo, peca de moderna y de una u otra manera recoge la concepción burguesa de mundo. Por más crítica que esta sea pone en el centro el rescate de lo humano, y si bien con esto no hay mucha disidencia, queda corta al no ubicar al ser humano como una especie natural y dependiente del medio. Es por esto por lo que este artículo quiere centrarse (centrar) la atención en la relación biodiversidad-conocimiento, tomando esta relación en el orden que así se escribe: primero biodiversidad y luego conocimiento.
El conocimiento desde la filosofía y estudios de la antropología ha sido, en su mayoría, visto como producto de la cultura (producto humano) de forma aislada de la naturaleza. Esto, aunque sea de manera crítica, coloca a la naturaleza en segundo plano y absolutiza la cultura de forma idealista. Recordemos que el idealismo, a grandes rasgos, es aquella corriente que coloca por encima la conciencia a las condiciones materiales. Acá se parte que la cultura es una extensión de la naturaleza y deviene de esta, el ser humano trae consigo estructuras animales de sus predecesores biológicos y no sólo eso, se mueve en el mismo entramado ecológico de cualquier especie. No es que el ser humano haya creado otro mundo, ha creado su mundo para poder sobrevivir dentro de este y en este caminar se ha topado con una lucha constante para ubicarse como animal diferenciado dentro de la totalidad natural. La apertura a lo que han llamado “otra naturaleza” no la generó el ser humano entendiendo a este como ente abstracto, la generó la propia apertura que tiene la materia y que ha dado con su cuarto estadio evolutivo: el estadio social (sociobiológico).
De lo anterior, es que deriva el título de este artículo. El rescate de la biodiversidad no solo en el sentido práctico de lo que llaman conservación, también como forma de comprender o acercarse a entender que somos producto de la materia y es en la relación compleja de esta que podemos movernos como especie. Puede que lo que acá se escribe se acerque más a la teoría de la simbiogénesis de Lynn Margulis que a las teorías socio-culturales, las cuales no han logrado romper con el sociologismo y aún hoy, con una crisis ecológica sin precedentes, no toman en cuenta la necesidad de un materialismo alejado del humanismo y sin centro, partiendo de la bio-diversidad como forma de rompimiento con esa idea moderna de tener un punto donde todo se concentra negando la lógica relacional de las relaciones ecológicas.
A razón de seguir con la crítica a la lógica moderna capitalista, es necesario hablar que esta se sustenta en la práctica, como nunca en la historia de la humanidad se ha dado tanto despojo de la biodiversidad y mucho menos en comparación con los últimos 60 años. De hecho, es posible hablar de la mercantilización de los bosques para su preservación: un absurdo. La modernización ha llevado a “proteger” los bosques debido a su disfrute o para el extractivismo por parte de la gran industria farmacéutica, quienes piensan que la política de los “parques nacionales” fue una política inocente o para el “cuido del ambiente” se olvidan de que esta política fue impulsada por los deseos “culturales” de unos pocos y para la investigación científica a favor del negocio de la salud. Acá aparece lo que se puede catalogar como la instrumentalización de la naturaleza y el hecho de ver las plantas, por ejemplo, como herramientas industriales y no como elementos vivos y activos dentro de la ecología; no se trata de ver la naturaleza como algo pasivo a cuidar, todo lo contrario, es visibilizar que sin esta es imposible la existencia humana.
Los antepasados biológicos del ser humano tienen consigo su lógica para poder adaptarse como especie al ecosistema y si bien, tienen estructuras jerárquicas, están se dan para la sobrevivencia de su propia especie, el manejo de recursos y el cuido de la colectividad. Arrastramos esas estructuras de los animales precedentes, sin embargo, estas no son comprendidas en términos ecológicos, más bien es el nacimiento de la cultura la que pone a las mismas es términos humanos o humanizados y de ahí se desprende que no se puedan comprender las estructuras materiales de las cuales el ser humano es hijo y dependiente: la conciencia empieza a desprenderse de la materialidad generando así un carácter alienado para/con el mundo, para/con la naturaleza. No son las estructuras ecológicas las que alienan al ser humano, es la imposición de la cultura sobre estas que las hace incomprensibles y empieza a situar una lucha ardua por parte del ser humano para poder insertarse en la naturaleza o desaparecer.
Es aislamiento del ser humano con la naturaleza precedente se refleja es sus estructuras cognitivas que hoy hacen posible poder hablar del ser humano como “centro” y sea la propia práctica alienada en el sistema capitalista la que ubique a la especie humana como la principal causante de la destrucción de las relaciones ecológicas y, por lo tanto, de la estructura que hace posible su estancia en la totalidad. Lo que quiere decir que al destruir la naturaleza se destruye a sí mismo. La (geo)biodiversidad es el “primer cuerpo” del ser humano, no es posible comprender al homo sapiens sapiens sin tomar en cuenta el medio, la escisión entre naturaleza y cultura (en la actualidad) es causa de las relaciones fantasmagóricas que crea el capital las cuales niegan el vínculo ecológico y la interrelación con las demás especies.
Acá se pone en cuestión lo que constituye al ser humano como especie y sin caer en un materialismo mecanicista o vulgar (borra el papel activo del sujeto), no se podría transformar la materia sin antes ser materia. Lo anterior, puede tener connotación de un sin sentido, pero solo es posible hablar de las capacidades humanas dentro de los propios límites de la naturaleza. Ahora bien, la naturaleza no se puede ver tampoco sin la mediación del ser humano esa “segunda naturaleza” que llamaba Marx de forma metafórica coloca elementos humanizados dentro del mundo material y en tanto esto solo posible continuar con la historia de la materia si se da la inserción del homo sapiens sapiens dentro de los ciclos materiales, pero también si la propia naturaleza empieza a acoger los elementos humanos (si estos se ecologizan). No se habla, en tanto esto, de un humanismo moderno, por el contrario, se parte del juego material que ha llevado al surgimiento del ser humano y que este en su infantilismo cognitivo no ha logrado entender que sin los procesos precedentes y las relaciones presentes sería imposible su composición como materia “autoconsciente” o al menos el intento de esto: asentar el estado sociobiológico de la materia.
La geo(biodiversidad) es, por lo tanto, la fuente del conocimiento. Mientras más destruye a esta, desaparecen elementos para que el ser humano se entienda como materia y rompa con la concepción fantasmagórica que le impone el capital. Tanto es así que la Agroindustria sabiendo que con toda la destrucción del suelo, de la biodiversidad y del propio ser humano el propio planeta se agota para la vida de la especie humana, continúa profundizando sus prácticas en una irracionalidad que solo está presente en el homo sapiens sapiens y que es reflejo de la destrucción del medio, llevando a la humanidad a perderse dentro de una construcción alienada de objetos y representaciones que se alejan cada vez más de poder insertarse en la ecuación ecológica.
Romper con la idea de que el conocimiento deviene del propio ser humano entendiendo esta como un ente aislado es urgente, porque lo que llaman naturaleza externa es, por el contrario, la fuente de su conciencia y solo su comprensión hará posible el establecimiento del ser humano como especie biológica. Acá se vuelve al porqué la necesidad de romper con el humanismo que en algunos casos puede partir del papel activo del ser humano para llevar a cabo el cambio, pero sigue alejado de la compresión ecológica de la especie.
El ser humano es tan hijo de la materia que el estado del suelo determina su salud. Si un suelo no está vivo y sano es imposible que la especie humana esté sana, dependemos de que las plantas puedan digerir los minerales del suelo (esto solo es posible por la actividad microbiológica: suelo vivo) para tener estos disponibles en nuestra alimentación: un suelo muerto y desmineralizado es un humano desmineralizado y su vida se acorta. La profundidad de la dependencia natural es tal que no es posible pensar si hay una mala alimentación o no hay alimentación como pasa hoy en día con los productos industriales que llenan, pero no alimentan.
Hay que ecologizar el pensamiento y romper con la idea moderna del ser humano como centro, no hay posibilidad de desalienación y libertad sin una praxis que comprenda que el cuerpo humano no va de los pies a la cabeza, sino, empieza desde el suelo y es posible por todas las interrelaciones que se dan continuamente. Se parte junto a Margulis que la evolución solo fue y es posible por la simbiogénesis: simbiosis continuas entre organismos que generan entidades biológicas. Es la cooperación, si se habla en términos humanizados, la que hace posible la vida en la tierra o mejor expuesto, son las interrelaciones entre los seres vivos lo que mantienen el entramado ecológico/son el entramado ecológico: la desalienación solo será posible si se conserva la (geo)biodiversidad, si se es parte de esta lógica relacional. Como metáfora o no tanto, es posible plantear que con cada árbol perdido hay una neurona muerta y se está más lejos de una conciencia libre que genera y es generada por el establecimiento o habitar en esa ola en la cual no existe centro.
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