Que cambia con Biden
- Max Pérez
- 10 feb 2021
- 3 Min. de lectura
Biden está en la presidencia. Una estrecha distancia le dio al Partido Demócrata el triunfo. Ni siquiera luega del desastroso manejo de la pandemia por parte de Trump, que ha dejado a cientos de miles de muertos, más muertos que los causados por la Segunda Guerra Mundial. El capitalismo, en su etapa de barbarización creciente, destruye civilización humana, que la gran potencia capitalista sea incapaz de enfrentar con criterios científicos una pandemia es una prueba contundente.
La polarización social en Estados Unidos es extrema. Las elecciones lejos de desaparecerla o atenuarla, la han incrementado. Una muestra concreta de esto fue la toma del Capitolio, por masas fascistoides, que apoyan a Trump y su teoría de fraude electoral.
El hecho es gravísimo, y desde nuestra opinión solo es la puerta de salida de futuras confrontaciones, y una muestra inequívoca de cómo se desmorona la institucionalidad “democratica” burguesa, en favor de formas más barbáricas y dictatoriales.
Un análisis meramente formal diría que esta dinámica se va a devolver con Biden, y que la amenaza a la institucionalidad muere con Trump. Los marxistas afirmamos que más allá de las intenciones y los ritmos de los diferentes sectores burgueses, lo que se impone es el agotamiento del sistema. Las condiciones de superexplotación a la que son sometidos el pueblo y la clase trabajadora estadounidenses se sostendrán, seguirán siendo lanzados a la muerte en medio de la pandemia, y el enfrentamiento con China no se desacelera.
Biden ya les aseguro a las corporaciones que no habrá cierres masivos por la pandemia, dejando claro de primera entrada su compromiso con el capital, por sobre la vida de los trabajadores. No ha dicho una sola palabra sobre mejorar las condiciones de la clase trabajadora, y se enfoca mentirosamente, eso sí, en distractores como el tema de raza y género, siendo meticuloso en el nombramiento de su gabinete.
El Partido Demócrata ha explotado hábilmente estos temas. Creando divisiones de raza y género dentro de la clase trabajadora. La tarea de los socialistas revolucionarios es explicar una otra vez, la necesidad de la unidad de nuestra clase en torno un programa por el Socialismo, enfatizando la responsabilidad del sistema capitalista en los problemas de género y raza, y desenmascarando a los sectores burgueses y pequeño burgueses que oportunistamente toman estos temas como suyos.
Respecta el enfrentamiento con China. Biden solo representa un cambio táctico, no estratégico. Está por derrotar a China, y la dinámica de guerra no retrocede. Lo dijo textualmente: “No necesitamos tener un conflicto,pero la competencia va a ser extrema”, “No voy a hacerlo de la forma que lo hizo Trump. Nos vamos a enfocar en las reglas internacionales”. Biden buscará aliados, sobretodo reencontrarse con sus aliados europeos, pero los buscara con el mismo objetivo.
Su secretario de estado, Blinken, fue aún más claro. Sobre su llamada con su contraparte en Beijing, dijo: “Deje claro que los Estados Unidos defenderemos nuestros intereses nacionales, defenderemos nuestros valores democráticos, y haremos responsable a Beijing por sus abusos al sistema internacional”.
El mismo Blinken, en el Senado, dejó claro lo que es una política de Estado. Refiriéndose a Trump, dijo: “Trump estaba en lo correcto en tomar una postura más fuerte respecto a China”, “Estoy muy en desacuerdo, con lo que hizo en muchas áreas, pero el principio fundamental fue el correcto, y yo pienso que fue saludable para nuestra política internacional”.
Estas declaraciones confirman nuestra caracterización. Será interesante ver hasta qué punto Biden logra reparar algunas de las relaciones, que Trump lastimó con su política de “América Primero”. El respeto a las reglas internacionales es solo una ficción, lo determinante es cómo se ubica cada imperialismo respecto a la guerra, que bando toma y qué márgenes tiene para seguir jugando a ambos lados.
La Unión Europea esta crisis con el Brexit, y es cada vez más utópico esperar una política unificada. Existen relaciones profundas con China y Rusia, de la misma Alemania que Estados Unidos intentará debilitar, con el problema objetivo de tener poco que ofrecer a cambio.
Latinoamérica se sigue resistiendo a ser patio trasero del imperialismo, e incluso algunos triunfos de la derecha se han revertido en muy corto tiempo, como en Ecuador y Bolivia. Ni siquiera un golpe de estado fue suficiente. Venezuela y Nicaragua siguen resistiendo, el imperialismo no ha logrado colocar dirigente de confianza. Todo esto con el drama, de seguir con direcciones reformista, que se niegan a avanzar en una dirección socialista.
Los procesos de resistencia en Medio Oriente no han sido derrotados. El panorama es muy complicado, adentro y afuera.
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