La necesidad del materialismo dialéctico
- Oscar Rivas
- 2 feb 2021
- 5 Min. de lectura
La necesidad del materialismo dialéctico
“Es absolutamente imposible trascender las leyes de la naturaleza. Lo que puede cambiar en las circunstancias históricas es sólo la forma en que estas leyes se exponen.”
- K. Marx
Lejos de ser aislado, todo fenómeno llamado natural está mediado por lo socio-cultural, ya sea de manera directa o bien, indirectamente, y viceversa. La pandemia, no es la excepción y sirve de ejemplo concreto para lo que se asevera. Desde su rápida expansión hasta las causas estructurales de destrucción de la naturaleza, están "contaminadas" por la acción humana, pero no de una acción humana cualquiera, sino, del actuar de la humanidad en condiciones objetivas capitalistas.
Lo anterior, podría llevar a aseverar que la especie humana en su totalidad es culpable, sí y no, sí, porque es partícipe de toda la dinámica de destrucción de riqueza y no ha querido romper con la estructura que permite esto; no, porque este sistema responde a una clase que quiere perpetuarse en el poder y que imponiendo sus prácticas y concepción ha sumergido a la humanidad entera en la autodestrucción.
En términos filosóficos, lo dicho en los párrafos anteriores, nos lleva a afirmar que la concepción moderna, formal, no explica los fenómenos. No existe separación entre un hecho natural y un hecho social, uno y ambos en conjunto se comportan en una unidad diferenciada, contextualizados en una realidad alienada y una especie humana que no ha dado el salto a reconocerse como especie natural y sigue, objetivamente, reproduciendo la sociedad dividida en clases.
Es acá, donde entra el materialismo dialéctico, no es suficiente dar el juicio que lo social y lo natural no pueden ser vistos como separados, el materialismo dialéctico parte de acá y profundiza cualquier hecho en el contexto de la lucha de clases y la alienación. Es decir, lo socio-natural mediado por un mundo donde una clase explota a otra y acapara todos los recursos, lo cual hace imposible una relación armoniosa con el medio.
Esto hace consciente que la solución no está solamente en mejores prácticas o prácticas ecológicas, sino, y esto es esencial, en quién ostenta el poder. Mientras que la clase en el poder sea aquella que destruye - al decir de Marx- las dos fuentes de riqueza: el ser humano y a naturaleza, es imposible poner un freno a la dinámica destructiva del capitalismo. Por lo tanto, hay que volver a la vieja pero cada vez más concreta y necesaria consigna: la toma del poder por parte del proletariado.
Pero, de lo anterior, surge una pregunta, ¿Cómo es posible una sociedad dividida en clases? Es aquí, donde también entra a jugar el elemento natural. Como especie dentro de un ecosistema, arrastramos resabios de nuestros más cercanos antepasados, por lo tanto, resabios patriarcales, de competencia, de poder, y es el propio rompimiento con la naturaleza precedente la que da al ser humano un grado de libertad, y se está más cerca de la misma mientras más reconozcamos nuestra diferenciación como especie y no esté presente esta alienación “natural” que se arrastra desde los primeros momentos de la lo que hoy se suele llamar con el sustantivo de “humanidad”. Es por esto, que hemos llamado al proceso de destrucción de riqueza tanto humana como natural, así como la negación de todo el conocimiento que ha adquirido la humanidad en el proceso sangriento y de lucha por establecerse como especie, como un proceso de animalización creciente, en término biológicos, un retroceso evolutivo o bien, un no reconocimiento de la construcción como ser humano.
Y es que si bien, el materialismo dialéctico contextualiza los hechos bajo la mediación del capital en la época actual, esta contextualización no la hace bajo criterios de negación de la participación del ser humano como especie y tampoco lo hace tomando las concepciones que sitúan al humano casi como un ente ideal abstracto, por fuera de los límites de la materia. Es imposible entender las conductas autodestructivas del homo sapiens sapiens en la sociedad capitalista y por lo tanto, la explotación de la naturaleza y de sus pares, sin tomar en cuenta toda la historia biológica de la especie y que la cultura no es algo separado de la misma; lo que realmente re-presenta esta es la complejización de la materia. El ser humano representa la superación dialéctica del estadio físico, el estadio químico y el estado biológico de la materia, condensados en el estadio social y la posibilidad de ser materia, en una u otra medida, autoconsciente, pero sin dejar de serlo, de lo contrario, por más que se “vista” de concepción filosófica, lo que se tiene como conceptualización del mundo no se aleja de lo religioso.
En lo concreto, por lo tanto, el problema, no es un problema en abstracto y la misma dinámica objetiva de "rompimiento con el metabolismo natural", se ve expresada en que la humanidad no tiene incidencia sobre su propia vida y está mediada por la relación mercantil con el mundo, poniéndose ella misma la "pistola en la cabeza" reproduciendo la relación alienada con sus pares y para/con el medio donde habita. Esta conducta expresa directamente lo explicado en párrafos anteriores, de la permanencia de elementos de los primates en nuestra conducta, elementos que de una u otra manera han convertido la alienación a la naturaleza en la adoración a los dioses, a los reyes o en la sociedad actual, al capital. La permanencia de este sistema, de la relación con el mundo mediada por el capital, entre más perdura en el tiempo, más no hace, no solamente pensar, sino, también vivirlo objetivamente, la negación de nuestra historia como especie, la negación de la cultura y el trabajo como factores intrínsecos que diferencian al ser humano con otras especies, la perdida de toda la complejización de la materia y en lo que respecta a la conquista de la subjetividad, la no concreción de poder empezar como humanidad nuestra propia historia.
Por lo tanto, la democratización de la vida, el poder en aquellos que trabajan la materia y tienen relación directa con la vida en su totalidad, es condición necesaria para que el hecho socio-natural sea dirigido a potenciar las capacidades humanas y hasta de la misma naturaleza. Romper con la alienación es el paso para empezar a construir la verdadera historia humana y dar el salto evolutivo - somos seres naturales - del homo sapiens sapiens a lo que puede ser llamado homo sapiens hominis y esto solo es lo posible - parafraseando a Marx- con la naturalización del ser humano y la humanización de la naturaleza.
Reconociéndonos en el materialismo dialéctico y así no pecar de idealistas (en términos filosóficos), este cambio solo es posible con la construcción de núcleos socialistas revolucionarios que sean la “enzima”, que desde la praxis, empiecen a esclarecer toda la historia humana, los límites como especie material, pero también las potencialidades que se tienen por ser partícipes y constructores de un estado material superior (no se hace referencia a superior en términos de poder, sino, porque contiene a los demás), el estadio social de la materia y levantar así el un programa de y para la clase trabajadora y concretar la revolución para que aquellos que hoy nos relacionamos directamente con la materia, con el mundo, nos quitemos de encima las ataduras impuestas por la alienación al capital y aquellos que la perpetúan.
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