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Golpear juntos, marchar separados

  • Foto del escritor: Oscar Rivas
    Oscar Rivas
  • 30 oct 2020
  • 4 Min. de lectura

Golpear juntos, marchar separados

Bolivia: se derrotó a la derecha y ¿ahora?

Los resultados de las elecciones en Bolivia sorprendieron a propios y extraños por la amplia ventaja del MAS sobre cualquiera de sus contrincantes. El golpe de estado en Bolivia, para el acá escribe, fue probablemente el golpe de estado más débil de la historia reciente, no pudo mermar la resistencia y esta se expresó con un voto contundente al partido de Evo Morales y el regreso de este al gobierno. Sin embargo, no mermó la resistencia, pero y ¿la dirección de la misma?

Arce, ha sido enfático en desmarcarse de Morales y en hacer un llamado a un gobierno de “unidad nacional”, valga recalcar, el planteo de Morales nunca fue de rompimiento con el capitalismo, ahora, mucho menos el planteo de Arce, el cual haciéndose a un lado de Evo, pretende quitar los resabios de radicalismo en el MAS y llevar a cabo lo que el mismo llama un “cambio en el cambio”. Esto no es más que el reencuentro con un sector empresarial que había roto con el “radicalismo” del primer presidente indígena del país y reconducir el país hacia el idílico “acuerdo nacional”. La lectura del llamado “progresismo recargardo” (más light) del golpe no es la lucha, sino, la reconciliación de clase, lo cual de por sí es ya un planteo que nace acéfalo, pero es más idealista aún, en la condición capitalista actual de agotamiento sistémico.

Muy lejos de la opinión de los “analistas políticos”, hay que leer la victoria del MAS en términos de lucha de clases y no así, en lo que llaman “una campaña electoral exitosa del MAS”, y es que la victoria de Arce tiene tres aristas para explicarse: el no triunfo del proyecto de Trump y sus esbrirros en Latinoamérica, la resistencia de las masas bolivianas y el carácter objetivo de un capitalismo sin salida que muestra día con día su incapacidad para dirigir la humanidad, no muestra alternativas.

Nos hacemos a un lado de la mayoría de la izquierda y académicos que simpatizan con lo que llaman progresismo, no en el sentido de no celebrar el triunfo contra la derecha, sino, en el sentido, de alzar acríticamente a un MAS, que lejos de responder a una resistencia que de una u otra forma dio marcha atrás al golpe, llama al emperesariado a dialogar y sigue, ahora con un agenda más a la derecha, ideologizando el socialismo en nombre de un proyecto que podríamos llamar “capitalismo bolivariano” (haciendo referencia a todo el proceso de alza de las direcciones cuasi-nacionalistas en la década de los 2000). La ilusión de ese sector de la izquierda es que el progresismo a resurgido, sin embargo, este, al igual que toda dirección burguesa, se agota o se derechiza en la objetividad de un sistema que pide a gritos un cambio radical para que la humanidad siga su camino hacia la libertad.

Estos parecen olvidar que el capitalismo de la época de los 2000 dio cierto margen a los proyectos cuasi-nacionalistas por la inmersión de China y los BRICS en el mercado (pequeña ventana dentro de un sistema ya en crisis), sin embargo, esta no es la misma coyuntura de crisis insalvable que se da desde el 2008 y que más bien se ha agravado con el pasar del tiempo. No es la economía la que está en crisis, es el capitalismo y su modelo de producción, por lo que cualquier proyecto que no rompa con el capitalismo o desaparece y vuelven al poder la burguesía y sus partidos o bien, recorre el mismo rumbo del peronismo y el lulismo que se fueron derechizando con el pasar de sus mandatos. El planteo de Arce, es coherente con esto último y demuestra, una vez más, qué sin programa socialista, las ilusiones de cambio se quedan en eso, en ilusiones.

Celebramos junto a la clase trabajadora boliviana y el pueblo pobre de Bolivia la victoria del MAS no por compartir su programa, sino, porque es un golpe al imperialismo yanqui y sus esbirros nacionales, ayuda a frenar la ofensiva contra Venezuela y es un aliciente para que la propia clase obrera confíe en sus fuerzas, exija a Arce romper con el rumbo que ya empieza a trazar y empiece a construir un programa de transición hacia el socialismo. A la burguesía, si se le da “un tantito así” de espacio ya demostró lo que puede llegar hacer, la clara muestra está en el golpe de estado consumado el año pasado.

Por esto y más, es que usamos la expresión de “golpear juntos, marchar separados”, golpear juntos al imperialismo y sus esbirros locales, pero sin hundirnos en planteos que no reconocen la crisis objetiva del sistema capitalista e ilusionan con poder darle otro rumbo a un capitalismo que desde hace más de un siglo empezó a patalear y hoy, lleva al paroxismo la destrucción de las dos principales fuentes de riqueza: la naturaleza y al ser humano. Las muestras de agotamiento del sistema son claras y tenemos el “manejo” de la pandemia por parte de la burguesía mundial como ejemplo reciente, donde esta fue y es incapaz de resolver hasta los problemas más elementales, las muertes siguen creciendo día con día sin una verdadera salida.

Los socialistas revolucionarios no podemos dar falsas ilusiones, el triunfo en Bolivia es un triunfo coyuntural de la clase trabajadora y el pueblo pobre boliviano, pero no depositamos ninguna confianza en Arce y su gobierno, como tampoco lo hicimos con Evo Morales o cualquiera de los gobiernos cuasi-nacionalistas, tanto en las primeras versiones o bien, en las versiones 2.0. Solo la construcción de una dirección socialista revolucionaria que luche por el poder alzando un programa de transición hacia el socialismo, tanto en Bolivia como en el mundo entero, da la posibilidad de un triunfo real para y de la clase trabajadora mundial.

¡Revolución socialista o más barbarie capitalista!

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