FMI: ¿Préstamo para qué y para quienes?
- Max Pérez
- 29 sept 2020
- 3 Min. de lectura
La respuesta del gobierno para enfrentar la crisis potenciada por el Covid-19 es pedir un nuevo préstamo al FMI. La discusión de esta propuesta ocupa el lugar de la discusión política en el país.
El préstamo al FMI se nos presenta como una medida desesperada y necesaria por las condiciones extraordinarias a las que nos enfrentamos. Entrar a la discusión desde este ángulo es una trampa, que debemos de primera entrada desmentir, para tener una discusión seria y no la que la burguesía en su conjunto quiere que tengamos (una en la que todas las salidas posibles le convienen).
El escenario planteado se basa en dos grandes mentiras:
1) La crisis fue provocada por el Covid-19: Costa Rica tenía alarmantes niveles de desempleo, quiebra masiva de pequeños y medianos negocios, un sistema educativo y de la salud debilitado antes del Covid-19. Esta situación de crisis no era exclusiva de Costa Rica, más bien común en el mundo, sobretodo agravada a partir de la crisis del 2008. Recordemos el plan fiscal y la huelga de 3 meses en su contra que fue derrotada.
2) El préstamo al FMI, es causado por la profundidad de la crisis: El país viene recurriendo a préstamos de organismos financieros internacionales hace mucho tiempo, no es una excepción, sino más bien la regla. En la mayoría de estos préstamos estos organismos además de los intereses, nos dicen cómo gastar el dinero que prestan, un ejemplo claro de esto fue el préstamo del Banco Mundial a la Universidades Públicas, con el cual lograron modificar aún más nuestro modelo educativo en función de las necesidades del mercado. En este caso, no se limitan al modelo educativo, van por el modelo país en su conjunto.
Dejando claras ambas mentiras. Nuestra caracterización es que el Covid-19 y sus alcances son causados por el agotamiento del sistema capitalista y un síntoma más de la barbarización creciente a la que nos empuja. Si somos precisos lo que podemos decir es que la pandemia ha potenciado o acelerado problemas que ya vivíamos antes. Por lo tanto, la crisis no es sanitaria, es política.
La forma de enfrentar la crisis es también correspondiente al agotamiento del sistema, y su fase imperialista, que potencia su lado financierista, una burguesía decadente que apunta al crecimiento artificial de sus ganancia por medio de burbujas financieras, y que tranza la acumulación de capital expresada en los organismos financieros internacionales para imponer sus políticas en los países.
La oposición a la propuesta del gobierno ha venido mayoritariamente de sectores burgueses aún más agresivos. Los liberales que se oponen a cualquier impuesto extra a sus ganancias y los que consideran que se pueden aprovechar más el momento para hacer reformas estructurales, es decir destruir lo que queda de estado social de derecho y código de trabajo. Sus diferencias son de forma. Todos coinciden con el modelo de país.
Nuestra oposición a la propuesta tiene razones absolutamente contrarias, nuestras diferencias son de fondo y contenido. Proponemos un modelo de país distinto. La burguesía dirigente de un capitalismo agotado nos condujo a este lugar y momento, ahora pretenden, como solución, intensificar lo que ya venía haciendo antes de la pandemia.
La salida que nos proponen es utópica e irracional. Una salida racional exige romper con las reglas capitalistas y con las direcciones burguesas. Lo primero que se tiene que cuestionar es la deuda que ya tenemos adquirida y que consume más de la mitad del PIB.
No al FMI. No a la venta de activos del estado a precios de remate para el lucro de los grandes capitalistas. No a los especuladores que quieren acelerar sus ganancias comprando bonos de deuda interna y externa, viviendo de intereses, sin trabajar ni producir trabajo alguno.
Moratoria inmediata de la deuda interna y externa, que organismos de la clase trabajadora y el pueblo decidan luego de auditoraje cual se debe pagar y cual no. Plan agresivo contra la morosidad legal e ilegal. Plan de reactivación definido desde abajo, en función de nuestras necesidades.
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