El negacionismo del virus
- Oscar Rivas
- 27 jul 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 30 sept 2020
El negacionismo del virus
“El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan” - Marx
La pandemia lejos de desaparecer empieza a tocar, aún más, la puerta de la clase trabajadora y los sectores más pobres. Hoy, más que nunca, se ocupa de una política que cubra todos los aspectos de la vida cotidiana. Sin embargo, los grandes capitales, los gobiernos y un sector de la izquierda mundial reducen esta, a la necesidad de la "vuelta al trabajo" y alternativas sanitarias que no tocan para nada lo político. Los primeros porque claramente responden a la dinámica alienada del capital y los últimos, porque caen en el simplismo del economicismo.
Desde un principio estuvimos por la cuarentena real y no la caricatura que impulsó el gobierno del PAC y gran parte de los gobiernos del mundo. Esta cuarentena iba desde el aislamiento necesario por cuestión sanitaria contra el virus hasta una cuarentena manejada desde las comunidades, distritos y cantones en conjunto con entes técnicos de salud y las municipalidades. La cuarentena pasaba por una organización social que pudiese dar espacio planificado al ocio, el aislamiento no fuese solo quedarse en casa en abstracto y hubiese comunicación real entre las necesidades de cada comunidad y los entes del estado, poder dar una mejor cobertura a la pandemia y satisfacer las necesidades inmediatas.
Estas medidas tenían (tienen) que pasar por la declaración de emergencia nacional por lo tanto girar fondos para la misma, cobrar a los grandes capitales e imponer una moratoria de la deuda tanto externa como interna, al menos, hasta cuando lo de la pandemia se llegara a estabilizar. Además, de fortalecer el sistema de salud por medio de la contratación de más médicos, construcción de centros por todo el país para la atención del virus y girar presupuesto para brigadas de prevención a las comunidades. Las medidas no terminaban ahí. La necesidad de dar un lugar provisional a las personas de barrios hacinados y de inmediato empezar un plan de vivienda para los mismos, el hacinamiento no solo aumenta la posibilidad de contagio del virus, sino de cualquier enfermedad. Y a renglón seguido: obligar a toda empresa a pagar el salario y resguardar el empleo durante la pandemia, la que no lo hiciese, tendría que ser multada o expropiada.
Incentivos para el pequeño agricultor y así dar la con producción local, única capaz de solventar realmente la necesidad de alimento durante la pandemia. Abonado a esto, regular los precios en supermercados y generar un mecanismo para que desaparezcan los intermediarios y se coloquen los productos nacionales en los mismos. Brindar todas las medidas de seguridad, costeadas por el estado, a las actividades que por razones de sobrevivencia de la población tienen que estar activas y dar un subsidio durante el combate al virus a la pequeña y mediana empresa para que estos pudiesen cerrar y mantener a sus trabajadores con empleo y en sus casas.
Estas políticas han brillado por su ausencia, ningún gobierno en el mundo las ha implementado y lo más preocupante, la izquierda le ha quitado el peso a la misma pandemia y en vez de darle una respuesta política, una salida real, se ha ido de “furgón de cola” atrás del planteo de la “vuelta al trabajo”. Desde perspectivas que rozan el conspiracionismo y por lo tanto, es un virus creado por algún sector burgués, lo cual deja la discusión estructural del capitalismo como origen del virus de lado, así como su culpabilidad en la alta propagación del mismo, hasta teorías postmodernas que han situado el debate en el “fascismo” del confinamiento y que este es un virus simple y no se debe magnificar. Ambas tendencias llevan al simplismo de respuestas sanitarias a medias en el mejor de los casos y no políticas, y en el peor de los casos, a hacer eje de que las medidas tomadas o bien, la cuarentena (aunque esta nunca existió realemente), es un juego del poder en abstracto para aumentar más el control sobre los ciudadanos; si hasta el día de hoy se han tomado algunas medidas para combatir el virus es por la presión que han hecho las capaz medias y bajas de la población mundial para salvaguardar su vida. En conclusión, ni una ni otra “concepción” ubica la discusión en términos del desgaste objetivo del capitalismo y mucho menos dan una respuesta real a la pandemia.
Lo anterior, nos lleva a colocar el debate en la necesidad de hacer frente a la pandemia haciéndole frente al capitalismo con una respuesta socialista, la cual es la única respuesta que concebimos, debido a que otras rondan en vender ilusiones dentro de un capitalismo agotado, responder a fenómenos desde el simplismo economicista o bien, hacer eco de la concepción malthussiana donde “sobrevive el más fuerte”. Ocupamos de un programa propio por fuera de los límites de la concepción burguesa; bajo estas circunstancias estamos expuestos a más pandemias y sobretodo a un capitalismo que va a “chupar vida” hasta que no se logre consolidar una dirección socialista revolucionaria que sea canalizadora del descontento actual y además, coloque como primera necesidad que sea la clase trabajadora la que tome las riendas del mundo, el mundo creado por ella misma, y realmente puedan ser solventadas las necesidades de la humanidad. De lo contrario, mientras sea el capital quién gobierne el orbe, solo podemos esperar más barbarie y hasta la posibilidad de la extinción, el “manejo” de la pandemia lo demuestra claramente y es la incapacidad burguesa para la planificación y la contradicción objetiva entre la concentración de capital y el despojo de recursos a la mayoría de la población, lo cual hace imposible hacerle frente a un virus como el actual y muchos menos poder dar con una vida digna y placentera para la humanidad.
¡Revolución Socialista o más Barbarie Capitalista!
Oscar R. Núcleo Socialista Revolucionario
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